
El primer transistor de la historia, creado en 1947, ocupaba la palma de una mano. Un centenar de los que Intel acaba de inventar cubren la superficie de un solo glóbulo rojo.
Hasta ahora los más pequeños medían 65 nanómetros y presentaban problemas de sobrecalentamiento y pérdida de información. La clave para que esto no ocurra es un nuevo material, un metal llamado high-K.
Noticia en El Pais
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